lunes, enero 22, 2018

El curioso incidente del Tranvia de Zaragoza con el carril bici.

El sábado murió otra persona, y van 5, atropellada por el tranvía en Zaragoza. El número no parece relevante, pero es que solo hace 5 años que funciona y ya lleva contabilizados 31 accidentes en una linea que no tiene más de 12 kilómetros.

 El heraldo de Aragón publica el lugar y sentido de la marcha de los accidentes. ¿Nadie se ha dado cuenta de las concentraciones de accidentes por sentido de la marcha?

Uno podría mirar el mapa al revés y concluir que no hay nada que concluir de ello salvo el detalle de que ese sentido de la marcha se distingue del otro por la existencia del carril bici.

Si nos vamos a un lugar en el que cada sentido se realiza por una calle distinta, vemos que la avenida Gomez de Avellaneda ha registrado 8  accidentes, frente a los 2 de la avenida María Zambrano.

No conozco estas dos calles... pero por curiosidad he mirado en el Google Maps y que curioso, la primera tiene carril bici y la otra, no.

Sobre el total de accidentes, se han registrado solo 5 en un sentido y 26 en el otro. Muchos para ser una simple casualidad, aunque puede serlo, no digo que no, como puede serlo también que la única diferencia entre ambos sentidos sea precisamente el carril bici.

También llama la atención que el lugar en el que el tranvía comparte su espacio con una plaza y calle llena de peatones no se concentren los accidentes. El tranvía hace aún menos ruido si cabe entre la plaza España y Cesar Augusto, pero curiosamente, no hay carril bici.

No le echo la culpa de los accidentes a las bicicletas, pero algo me dice que las dos circunstancias tienen algo que ver, no tanto por la existencia de los carriles bici, sino por la forma de disponerlos.

El hecho de que sean tantas las bicicletas que no respetan a los pasos de peatones como peatones que se saltan los semáforos sería también digno de estudio, pero eso lo dejo para la compleja guerra de la convivencia ciudadana.
 

jueves, enero 04, 2018

Sobre lo que importa en la vida.

Hace unos días estaba preparando un dossier con mi análisis sobre Cataluña, como si fuera capaz de decir algo que no se hubiera dicho antes, como si por el hecho de escribirlo hubieran más probabilidades de que alguien lo leyera y pensase como yo después de hacerlo.

Volví otra vez a pensar en la obsolescencia programada y entrado el año las noticias sobre microsoft confirmaron mis pensamientos y alimentaron un artículo que tampoco llegué a publicar.

También me acordé de refugiados sin refugio, de asesinos y asesinados, de violencia de género y todas las discriminaciones, hasta me acordé de los reyes magos y las absurdas discusiones sobre lo que son las tradiciones y como nacen, se reproducen... y mueren. En algún sitio leí algo sobre las tradiciones y las dictaduras de los muertos sobre los vivos... pero ahí quedó, tampoco publiqué nada.

El último borrador borrado versaba sobre el 4% de subida de salario mínimo, unos 40 euros al mes que no daban para pagar la subida de agua, luz, gas y transportes... es decir, que si la comida tenía la mala costumbre de subir de precio, iba a servir para adelgazar lo que no llegaron a engordar durante estas fiestas.

Pero no... no publiqué nada. No quería terminar el año con tristeza, no quería empezarlo como terminó, pero al final resulta que tengo razón en la fórmula que empleo para "felicitar" el año nuevo. Siempre hablo de vueltas al sol, y básicamente vivimos en una especie de rueda deforme dando vueltas alrededor del sol. Decir que las vueltas empiezan en tal o cual punto y que la siguiente vuelta tiene que ser mejor o peor que la anterior obvia que el paseo que realiza la tierra alrededor del sol tan solo tiene de distinto la distancia a la que se haya en cada momento del mismo. El año no empieza el 1 de enero porque haga más frio, no porque estemos más cerca o lejos. A fin de cuentas, el hemisferio sur no empieza el año el 1 de julio ni piensa que el siguiente dia empiece otro ciclo.

En cada momento del año empezamos una vuelta que acaba justo un año después y sin embargo tan solo pensamos una vez al año en deseos de felicidad que tienen un año de caducidad.

Las estadísticas de blogger me dicen que hay mucha gente que lo lee o que pasa por aquí, pero muchos de ellos pueden ser simples bots analizando lo que escribo, buscando patrones y datos para empresarios, servicios de información o simplemente para añadirlos al big data, el gran hermano de internet.

Sin embargo, un único comentario a una entrada en la que no se comenta nada sobre la misma deseando paz me ha hecho pensar en las cosas que realmente son importantes.

No es lo único que importa en la vida, pero desde luego sí es bastante importante y pensando en la paz me ha venido a la mente un artículo de antes de ayer sobre el humor, este publicado por José Mota, que nos recuerda que casi nada es para tanto y me he dado cuenta de que no recuerdo la última vez que me reí de verdad. No me refiero a la risa fácil de un meme de wasap, sino a reírme hasta olvidar todas mis penas, sentir dolor por la presión de los músculos al reirme, llorar de risa y no ser capaz de parar de hacerlo.

Así que a todo el mundo le deseo para todos los años que empiezan en cada instante de la vuelta permanente al sol que no necesiten más riqueza que la que ya posean, pero que estén como estén, sean capaces en todo momento de reirse tanto como para llorar de risa, y que esos llantos sean los únicos que se puedan escuchar.

Les deseo a todos que sean capaces de desear al prójimo lo mismo que pretendan para ellos mismos, y que nadie desee para nadie lo que no quiera que deseen para él.