domingo, marzo 01, 2015

El Ebro se desborda.

Si no lo hace hoy, lo hará mañana, y sino otro año, pero peor. No es un vaticinio, ni una premonición. Tampoco es una cuestión estadística, bueno, un poco sí. Sobre todo lo demás es una cuestión de memoria y física, en este caso mecánica de fluidos.

Decir que se desborda, cuando ya lo está haciendo no tiene mérito. Se ha salido ya en un par de pueblos y hay mucho campo anegado. año tras año la situación se contempla desde las ciudades más grandes con más o menos indiferencia, pocos recuerdan grandes inundaciones por lo que la memoria común alienta poco el pánico. Después todo suele quedar como una noticia más sin mayor repercusión.

Cuando todo pasa, los unos acusan a los otros de no haber actuado, pero es que la actuación es bastante complicada.

Atendiendo a la mecánica de fluidos, el hecho de que el río se desborde en varios puntos rió arriba, puede ser motivo de susto para los que están más abajo, pero nada más lejos de ello. Cuando se desborda, el rio pierde fuerza, ocupar más lugar le resta velocidad y se torna lento y apacible, eso sí, ocupando mucho campo, y maldita la gracia que le produce a quien tiene sus propiedades anegadas.

Supongamos que para evitar que se desborde levantamos diques a ambos lados del rio, algo similar hacemos cuando se realizan labores de dragado. Una u otra serán las medidas que acabarán tomando para evitar sucesivas inundaciones y cual será el resultado. El rio, ocupando el mismo ancho, tendrá más profundidad y el agua fluirá a mayor velocidad.

Si ese encauzamiento del río se mantiene a lo largo de todo su cauce, cada vez serán necesarios diques más altos pues el ancho del río se seguirá manteniendo más o menos estable a lo largo de prácticamente todo su recorrido, sobre todo a su paso por las ciudades, donde el espacio que tiene para pasar es el que le dejaron con pocas posibilidades de expansión, y cada cierto tiempo algún afluente suma sus aguas al principal por lo que el volumen ocupado es cada vez mayor.

El agua y su velocidad minan los diques que contienen al rio y tarde o temprano estos ceden en algún punto. Ese es el momento en el que la inundación sosegada se convierte en una riada de gran magnitud que arrastra todo a su paso por el nuevo cauce, paralelo al anterior pues los mismos muros que lo contienen por un lado no permiten el regreso de dicha riada al cauce principal.

Hasta aquí la mecánica. En lo que se refiere a la memoria, recuerdo que la medida que se tomó en Valencia para evitar otra inundación fue la de desviar el río. Claro que hacerlo con un río que el resto del año lleva menos agua que un botijo con el caño gordo tapado no tiene mucho mérito, pero se trata de un río que en su día mató 81 personas en 1957 y todo porque el cauce, no era suficiente para todo el agua que bajaba.

Otro río, este mucho más gordo, vio como poco a poco se iban elevando los diques de contención. Estos aguantaban más agua cada vez y ello provocaba que para evitar inundaciones más abajo se tuvieran que elevar a su vez.

Estoy hablando del Misisipi, (Mississippi en Ingles). Valmeyer, era una de esas ciudades en las que iban creciendo los diques hasta que dejaron de aguantar. Ese pueblo se tuvo que mudar, y lo hizo unas millas más arriba en unas colinas, porque los rios no se paran con muros, sino con espacio para fluir.

En Zaragoza me dicen que la zona de la Expo es inundable, basta ver como gira el río alrededor para darse cuenta de que en realidad forma parte del meandro, sin embargo a la altura del Pilar tiene poca expansión lateral, por lo que lo único que puede hacer es subir.

En Dusseldorf y Colonia, el río está al lado de la ciudad. Un escalón es lo único que lo separa de sus cascos antiguos, y de hecho ya los ha visitado en más de una ocasión. Sin embargo, cuando llega lo hace despacio. La razón, se encuentra en la otra orilla donde el rio tiene metros y metros de espacio para expandirse, para bajar su velocidad antes de desbordarse.

Así que lo natural de un río es que si baja mucha agua se desborde e inunde todo a su alrededor. En el Nilo lo esperaban año tras año porque fijaba los ciclos de las cosechas y el limo que trasportaba servía de abono para la siguiente. Ahora, por falta de memoria y desconocimiento de física, empezaremos a encauzar más el río, a hacerlo más peligroso y tarde o temprano acabaremos sacando la noticia de alguna devastadora riada por no haberle dejado sitio para expandirse en lugar de comprimirlo y acelerarlo.






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