domingo, noviembre 30, 2014

¿Y si prohibimos el fútbol?

El fútbol es la máxima expresión del pan y circo de los romanos traducida a nuestros días... pero sin pan. Quizás sea por eso que los radicales de los distintos equipos se citan para repartirse tortas, y de cuando en cuando alguno recibe tortas de más y se muere.

Entonces nos llevamos las manos a la cabeza, nos escandalizamos y muchos se esfuerzan en demostrar que no... que el fútbol no es violencia.

Pues a mi me parece que sí que lo es. No soy un gran aficionado, de hecho no me considero aficionado en absoluto, pero sí he ido al fútbol aunque solo recuerdo haber pagado una vez por ello cuando mi hermano me visitó en Nápoles para ver al Villarreal. Otras veces lo he visto con un pase prestado y hace años lo veía porque me pasaban entradas allí donde me encontraba. Ya hace muchos años de eso y sí, también gritaba y me desfogaba en el partido como quien coreaba a su gladiador favorito en tiempos de los romanos.

Sin embargo, quizás fuera por ser el foráneo en casi todos los partidos en los que estuve, casi siempre me sentí amenazado. La afición foránea era recibida con violencia verbal y a veces con violencia física por lo que la violencia en el fútbol no la considero ocasional. Los ultras, los violentos, siempre van al fútbol y si los clubes no se dan cuenta de lo violentos que son una parte de sus aficionados es porque lo toleran y de algún modo lo animan. De algún modo la violencia verbal que exhiben inclina la balanza del resultado a su favor. No se entendería de otro modo que hubiera esa ventaja estadística a vencer cuando se juega en casa, a fin de cuentas no hay tanta diferencia entre un cesped y otro. La gran diferencia la marca la afición, y no será por los que se callan, será por los que gritan y cuanto más lo hagan mejor.

De hecho los más violentos están posicionados detrás de las porterías, los ultras, los que rompen el mobiliario urbano y consumen los recursos de las ciudades en las que se despliegan.

No es ya solo el dinero que no pagan a Hacienda, ese que al final les condonan, ese que por lo tanto pagamos entre todos aquellos que sí pagamos, nos guste el fútbol o no. Es que además nos toca pagar la factura del estropicio que sus aficionados hacen del mobiliario urbano cada vez que deciden tirarse unos asientos o papeleras por no decir de lo peligroso que podría resultar aparecen en medio de una refriega de esas. A veces me pregunto yo si el despliegue policial que desde dos horas antes se monta para los partidos "sin riesgo" como el del muerto de hoy y vete a saber desde cuando para los partidos de riesgo lo paga la federación o los clubes de fútbol, pero me da que nuevamente lo pagamos entre todos, como también pagamos por los partidos que retransmiten por televisión. Esa que pagaremos aunque no la veamos porque el fútbol ni plin. 

Ya he mencionado a la deuda a Hacienda, pero al margen de ello existe la quiniela. La ludopatía es un grave problema de salud para mucha gente, pero está fomentada por el gobierno porque sirve para recaudar fondos. Otra cosa es en qué dedican los fondos que recaudan, pero sin embargo no parece que se persiga el hecho de que haya partidos amañados. Parece que solo afecte al club que desciende o sube de categoría pero amañar partidos afecta también a la lotería por lo que teniendo presente la cantidad debería considerarse una estafa y por tanto delito.

Que además haya quien cobre tanto por darle patadas a un balón es amoral, los que miran los partidos de fútbol irían también aunque jugasen jugadores amateurs, y los hay que teniendo otro trabajo lo hacen con mucho gusto y bastante acierto. Los estadios deberían ser municipales, de hecho muchos ya lo son, y los que no lo son seguramente no sirven ni para pagar la deuda que sus clubes tienen con el estado así que se deberían expropiar. Así, ya que es circo, que lo sea como cuando los romanos, gratis, porque prohibirlo por ser pernicioso para la salud va a ser que no.

Es algo que le viene demasiado bien a la clase política, despista a los ciudadanos y les hace hablar de otra cosa. Y si rompen mobiliario, no pasa nada, seguro que hay algún amigo que recibe el contrato de reponerlo, farolas que cuestan millones y bancos que justifican que su nombre coincida con el de las entidades que guardan el dinero.


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