jueves, marzo 20, 2014

Los nuevos Reinos de Taifas.

Hace ya un tiempo, no demasiado pues no hace más de 4 años, hable de una encuesta que a muchos parecía irreal, más cercana a la ciencia ficción y planteaba el escenario de una Cataluña independiente. Aquello lo llamé pescadores en tiempo de crisis. Básicamente hablaba de como los extremos se alejan de los extremos produciendo unos nuevos.

No analicé entonces cual sería el resultado de una hipotética independencia, está claro que de primeras a todos nos iría algo peor. Aunque todo es siempre susceptible de empeorar, también es cierto que cuando peor se va, menos se nota que se empeora. No entro en el campo de las individualidades, cuando las cosas iban muy bien, siempre se podía encontrar quien iba mal y viceversa, lo estoy planteando desde una prisma global así que por ejemplo todos aquellos que ya hayan perdido su trabajo, no lo perderán porque las cosas puedan ir peor, no digo que se alegren porque haya más en su situación sino que desde su punto de vista las cosas no irían peor sino que seguirían igual de mal.

Por ello, un escenario de crisis en el que haya mucha gente mal es el caldo de cultivo ideal para que muchos piensen que es hora de probar algo nuevo, ya que peor no puede ser. Si a ello se suma que uno de los mayores problemas que tiene el país es la corrupción generalizada y que ya se ha extendido el pensamiento de que da igual a quien se vote, que todos serán iguales; vuelve a ser fácil pensar que será más fácil controlar la corrupción desde un punto de vista local. Por lo menos se evitan redundancias administrativas, y nadie tiene la sensación de que su dinero se lo roban desde demasiados sitios distintos.

Si a ello se suma la visión que dan otros pequeños países europeos como Holanda, Suiza o Luxemburgo, vuelve a ser fácil creer que son ejemplos a seguir y que no hay razón para no pensar que en un futuro, sino inmediato, al menos visible, se pueda acabar teniendo una calidad de vida similar a la de aquellos.

Yo, en esto soy conservador, lo soy en pocas cosas, la verdad, pero la experiencia mundial, sin entrar en porcentajes, me muestra a partes iguales sitios en los que las secesiones han salido bien y otros en los que han salido mal. Las divisiones/anexiones territoriales han sido la tónica de la raza humana desde que existe el concepto de propiedad, pero raras han sido las ocasiones en las que no ha mediado una guerra para conseguirlas.

Me da básicamente igual que después hayan ido mejor las cosas, un conflicto, bélico o económico siempre trae consecuencias inmediatas negativas. No hay mal que cien años dure, pero tampoco cuerpo que lo aguante. Me gusta mirar por el bienestar de las generaciones venideras, pero mi vista no alcanza más allá de la siguiente generación y si ahora son felices, no quiero hipotecar su felicidad a cuenta de la supuesta felicidad de sus nietos.

Pero claro, si hay muchos que no son felices ahora, resulta fácil pensar que para ellos es un buen momento para intentar construir un futuro para los siguientes. Después están los que en todos los tiempos han ido contentos a las guerras para luchar por los beneficios de quienes les manejan creyendo que lo hacen por elevados ideales. Las muchedumbres aborregadas acaban siguiendo a quien las guíe y después todos acaban preguntandose como empezó todo.

La respuesta será simple, al margen de los sentimientos nacionalistas que se hayan ido cultivando en cada lugar, en todos ellos se cultivan pero como con las plantas, en unos se dan mejor unas plantas que otras, la razón para una secesión es siempre económica y manipula a sus participantes prometiendoles un futuro mejor o estropeando el actual para hacer creer que otro es posible.

Cuando se mira lo escrito sobre una hipotética secesión catalana, los argumentos que se esgrimen en uno u otro lado son económicos. Por un lado Cataluña aporta más dinero del que recibe del conjunto desde un punto de vista fiscal, por otro, desde un punto de vista comercial vende mucho más de lo que compra al resto del país. Principal razón por la cual paga más impuestos. Pero suponer que iba a dejar de vender es suponer mucho ya que bastantes de los productos que asociamos como típicamente españoles se producen en Cataluña, ya no digo que sean españoles, porque en España, a mucho que nos pese, casi no hacemos nada de aquí. Solo lo producimos aquí para creernos que es de aquí.

¿Dejaríamos de comprar SEAT, Nescafé, Danone o cerveza Damm? Puede, pero el daño se le haría más a sus matrices que a Cataluña, y sin consumo difícilmente se trasladarían a lo que quedase de España. Un escenario posible es que se instalasen en ambos lugares para producir con etiquetados distintos para consumidores distintos. Pero creer que van a cerrar en Cataluña para abrir solo en el resto del país es cuando menos iluso, solo sucedería si creyeran que va a ser más barato. Economía como dije.

Me llamó la atención que Coca Cola bajase la producción en Fuenlabrada para aumentarla en Cataluña, toda maniobra tiene un fondo económico, ¿pensarán que ganarán más así?, en todo caso no creo que piensen que se va a dejar de tomar cocacola por ello. Siempre podíamos tomar más Casera, pero tampoco es española, es japonesa, no nos engañemos, que no producimos casi nada nuestro de verdad, atacar una empresa solo la desplaza pues las grandes, las famosas, no tienen su capital en donde están ubicadas y venden en muchos más sitios.

Ya hace tiempo que hay gente que anima a no consumir productos catalanes, es decir, animan a que se destruya la razón económica por la que no les debería salir a cuenta independizarse. Una de dos, o son catalanes independentistas o simplemente se dejan manejar por la competencia de esas empresas. En cualquier caso, si nadie consumiera ningún producto catalán, ¿no sería más fácil la independencia?

También se esgrime el argumento de que no podrían integrarse en Europa, pero eso, ¿que significa exactamente?, ¿habrían fronteras?, es decir, más fuerzas y cuerpos de seguridad en ambos lados. Cataluña seguiría teniendo que pagar lo que paga al conjunto del estado pero ahora en forma de nóminas para aumentar sus funcionarios y España, bueno, lo que quedase de ella, no podría prescindir de ninguno. Eso sí, los fabricantes de vallas y concertinas se pondrían las botas.

Sacar a Cataluña de Europa podría provocar que tuvieran que pagar aranceles, pero de ser así, también se pagarían aranceles por cruzar su territorio, ¿sería viable trasladar todo el tráfico de mercancías hacia Irun?... ¿también las naranjas de Valencia que deben llegar en el mínimo tiempo posible? Eso por no mencionar que una Cataluña independiente sería seguramente un primer paso para un país Vasco independiente. Así que a este paso tendrán que cuidar a Aragón, otra que históricamente era independiente de Castilla, de hecho Cataluña era parte de ella... menudo túnel que van a tener que hacer en los pirineos, vaya, las constructoras de túneles igual están también en favor de la independencia, lástima que en el otro lado no haya ninguna autopista y algo me da que va a ser difícil convencer a los franceses de que la hagan.


España perdería el 20% de su capital, eso quiere decir que debería reducir un 20% su gasto pero no quiere decir que Cataluña se encontrase con ese 20%. Buena parte de la contribución catalana al país lo es en estructuras y organismos comunes. Efectivamente, en gobierno solo tendrían que pagar lo que ya pagan por gobierno autonómico. No deberían incrementar el gasto en ello... bueno... sí. Ahora tendrían que crear un ministerio de asuntos exteriores y mantener unas pocas más que esas seis embajadas que ahora tienen repartidas por el mundo pues sus ciudadanos necesitarán apoyo de su país para poder vender en el exterior. En algún sitio leí que una de las primeras medidas sería la de crear un ejército, hasta 25000 efectivos he leído que propone un Think Tank y que equiparía... ¿como no?, EEUU... está claro que convencer a EEUU de que saldría ganando con la independencia tendría bastante peso. Después entran en la OTAN y arreglado... ¿Menguarían las Fuerzas Armadas Españolas en un 20%?, lo cierto es que esos 25000 son más de un 20% de las fuerzas armadas españolas actuales. Cataluña pagaría por el Ejército más de lo que paga actualmente, eso sí, todos gastarían su nómina en Cataluña ya que ahora se puede decir que prácticamente no hay efectivos en Cataluña, lo cual no quiere decir estrictamente que no haya retornos por ese lado pues sí hay Catalanes en las Fuerzas Armadas. Lo que ya no tengo tan claro es que vaya a haber muchos que se cambien de ejército, pero vete a saber, una reducción del 20% puede hacer que hayan unos cuantos candidatos a migrar a otro ejército, cosa que ya ha pasado antes con las fuerzas armadas lituanas, checas o eslovacas.

El escenario es complicado para Cataluña, pero lo es mucho más para España pues parece fácil acabar volviendo a los  Reinos de Taifas. Si es viable Cataluña, también lo son el resto de las comunidades. A fin de cuentas, perder el porcentaje con el que Cataluña contribuye al país supone reducir la administración central o aumentar los impuestos al resto para mantenerla.

Es fácil entender que haya catalanes que quieran ser independientes a pesar de los problemas que pudieran encontrarse, a fin de cuentas, por lo menos en teoría, sería tan factible como Croacia, Chequia o Eslovaquia, de hecho, hasta Polonia era a todos los efectos otra región de la antigua Unión de Repúblicas Soviéticas aunque no perteneciera técnicamente a la misma. Los cambios de un sistema comunista a uno capitalista que tuvieron que aplicar eran mucho más profundos que los que se deberían producir en Cataluña para conseguir su independencia.

A mi modo de ver, el principal problema no serían los obstáculos ni el retroceso que tuviera que sufrir Cataluña o cualquier otra taifa para convertirse en independiente. Como ya he dicho, el contexto de crisis hace que la pérdida que sufrirán en dichas regiones parezca asumible y la ganancia potencial es atractiva a medio/largo plazo.

El problema está en que esa misma crisis está también en el resto de España y no menguaría por la secesión. Los populismos se hacen fuertes en tiempo de crisis, en Cataluña se ha canalizado hacia la independencia reforzando la identidad catalana en detrimento de la española a la que se asocia con la razón de la crisis. Era fácil escuchar discursos demagógicos en los que se citaba el uso que se hacía en el resto del país de los impuestos que ellos pagaban. Estas batallas dialécticas recibían respuesta no solo de las comunidades que se consideraban blanco de dichos ataques sino de nacionalismos fascistas que veían en dichos ataques una oportunidad para ganar adeptos en un contexto en el que hasta la fecha habían contado con muy pocos seguidores y ninguna representación en las instituciones.

Suponiendo que no sean independentistas catalanes por el provecho que de ello sacan, los mismos que incitan a no consumir productos catalanes son los que al mismo tiempo alimentan el odio hacia Cataluña y cualquier otra región susceptible de querer independizarse, buscando el culpable que siempre se busca cuando las cosas no van bien. Mantener las instituciones estatales con un 20% menos de presupuesto es inviable sin reducirlas por lo que el paro aumentaría proporcionalmente. Da igual que ya hayan más de 6 millones de parados y que la causa de los mismos no sea imputable a la separación de ninguna región, lo cierto es que del aumento posterior si se culparía a Cataluña y el discurso nacionalista, éste Español, cargaría contra ese nuevo país echándole la culpa de todos los problemas de la nación. Más pronto que tarde, todos se olvidarían de que la crisis, origen de todos los problemas, empezó antes de que se iniciase ningún proceso separatista.

Por desgracia, de todo conflicto, de toda guerra, hay quien saca beneficio económico, por lo que no faltaría quien resultase beneficiado con que derivase precisamente hacia eso.

La crisis, la pobreza provoca odio, y el odio es fácilmente manipulable. El refranero español es bastante descriptivo en este campo, quizás fruto de siglos de experiencia en el campo del odio y la envidia. Hay dos que describen básicamente el mismo concepto, “jugamos todos o rompemos la baraja” “follamos todos o tiramos la puta al río”, que expresan el punto al que fácilmente se puede llegar. Aquello de estar dispuesto a estar peor si ello significa que tu enemigo esté también mal es algo que se ha mamado en el colegio desde bien pequeño. Da igual que se sea Sevillano, Madrileño, Bilbaino o Catalán, todos hemos bebido del mismo frasco de la mala leche. Así que será fácil encontrar quien dirija a unos en contra del resto. Esas voces, que no tenían, ni tienen todavía, ningún eco o apoyo, empezarán a crecer cual amanecer dorado griego o partido obrero alemán. Entonces dará igual que no puedan lograr ninguno de sus objetivos y que sus acciones estén lejos de mejorar la situación de nadie. La misma chispa que alimenta el separatismo a pesar de los escollos que puedan encontrar, alimentará el odio que convierta la península en una nueva versión de los Balcanes.

No faltará la nación oportunista y el inversor sin escrúpulos que apoye a unos u otros, todo sea por el reparto del botín de lo que no se haya destruido, y en todo caso reconstruir es otro de esos rentables negocios tan extendidos por el planeta y debilitar Europa como conjunto de países puede resultar tentador para más de uno, por no decir de lo increíblemente lucrativas que han resultado ser todas las guerras del pasado. Incluso se acabaría con el problema de la inmigración a través de las fronteras españolas, ¿que inmigrante iba a salir de una guerra para entrar en otra?, y cuando acabase todo, tendríamos otra vez un lugar desolado en el que volver a producir por dos duros. Aquellos que ahora encuentran oposición para buscar petroleo no tendrían a nadie enfrente para oponerse a ninguna prospección y otros lugares incrementarían sus ingresos gracias al turismo que dejase de ir a ninguna playa española.

Ciertamente, pase lo que pase, habrían muchos que se beneficiasen de lo que pasase, pero los que ya estamos aquí, los que veríamos caer los chuzos de punta en uno u otro lado, no creo, sinceramente que viéramos ninguna mejora.

Cuando la República Checa y Eslovaquia se separaron, ninguno se quedó con el nombre del conjunto, la razón es que partían de un país que ya de origen era una federación de otros dos en el que hasta el nombre era la suma de ambos. Como si España, en lugar de ese nombre hubiera adoptado el de Castillaragón y se hubiera separado en esas dos zonas históricas con el convencimiento, en ambas zonas de que eran ellos los que salían beneficiados. En Checoslovaquia con la crisis del comunismo llegaron a ese punto en el que todo parece que no puede ir mucho peor, se separaron porque unos pensaban que estaban alimentando a los otros y los otros porque creían que eran los únicos que realmente estaban creciendo. Les resultó relativamente separarse porque todos querían hacerlo y ahora se llevan bien e incluso ahora fomentan de nuevo aprender la lengua del vecino.

Por desgracia, Este país, con todas sus Taifas es más dado a romper la baraja para que nadie pueda jugar, o tirar la puta al río para que nadie pueda follar.



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