domingo, enero 19, 2014

El gérmen de una revolución.

Hablar de revoluciones parece pasado de moda si no se trata de un foro de coches o motos. Pero atendiendo a las primeras definiciones que da el RAE podríamos pensar que no es algo perteneciente al pasado y a los libros de "cono" de la ESO.

1. f. Acción y efecto de revolver o revolverse.
2. f. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.
3. f. Inquietud, alboroto, sedición.
4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa.

Mirando a nuestro alrededor se descubren rápidamente revueltas por las causas más diversas, la crisis parece ser un denominador común a todas ellas pero hay cambios que no dejan de ser revolucionarios porque ejecutan un cambio rápido y profundo al sistema. Unos cambios provocan otros y al final siempre hay quien decide que cambiarlo a las bravas no es peor que dejarlo como está.

Leo en el País que los siete gigantes de internet no se prodigan por pagar impuestos en España,  no son los únicos, pero si tenemos presente que se trata de empresas que no existían hace unos años en el país y que el negocio que realizan ya existía antes y lo que hemos hecho ha sido simplemente cambiar el modelo "rápida y profundamente", lo que tenemos ante nosotros es una revolución que como todas tiene su parte positiva y la negativa.

Hablando de lo negativo, de momento nos encontramos con que se trata de una forma de negocio que obtiene grandes beneficios en un país utilizando menos trabajadores que los que se usaban anteriormente y a su vez no contribuyen del mismo modo al sostenimiento del país a través de los impuestos. Los cambios de modelo de negocio han estado presentes en la historia de la humanidad, avances en un sector han supuesto la ruina de otro. La mejora de las comunicaciones bajó el rendimiento que obtenían los intermediarios por el tráfico de especies, ahora ya no se tiene conciencia de que llevar la sal de un lado a otro era tan lucrativo que acabó acuñando el término que se usa para pagar un sueldo... el salario. Gracias a internet, estas empresas han sustituido los mercadillos de los pueblos, cualquiera puede comprar de todo por internet y los únicos trabajadores que trabajan más por ello son los de las compañías de paquetería. El problema está en que este modelo prescinde sobre todo de los trabajadores, es decir, egoistamente todos quieren vender pero nadie quiere pagar el sueldo que a la postre debe pagar el producto que se vende.

El problema no está solo con las empresas de internet, hace tiempo expuse el caso de las compañías de teléfonos. Quinientas operadoras, a saber cuantas eran, daban servicio a medio millón de usuarios, telefónica puso una operadora automática para con un operario dar servicio a un millón. Aquellas operadoras se jubilaron y el sistema que existía entonces, ese que no hemos cambiado, hacía que sus pensiones se pagasen con lo que cotizaban los que las sustituían. Bueno, no exactamente así, se contaba con todos los trabajadores... porque si solo se contase con los de esa empresa, evidentemente no habrían cobrado ninguna pensión.

Pero el resultado en el conjunto es el mismo, no solo telefónica precisa de menos trabajadores cada vez para obtener mejores resultados, estas nuevas empresas de internet causan el mismo efecto en los que suministraban los mismos servicios antes y aunque se crean nuevos puestos de trabajo para trabajos que no existían antes, son muchos más los que se destruyen porque ya no se consideran necesarios.

Si considerásemos a todos los trabajadores de un país como pertenecientes a la misma empresa nos percataríamos fácilmente de que el sistema de pensiones está avocado al fracaso, cada vez hay menos trabajadores cotizando para pagar las pensiones de los que dejan de trabajar. Por no mencionar que las prestaciones por paro salen también del mismo saco.

La revolución ya empezó, aún no es el cambio violento con el que se refieren los libros de historia a las revoluciones del pasado, de momento solo es el cambio rápido y profundo en la manera de hacer negocios, pero básicamente es el mismo patrón que siguió cualquier revolución del pasado.

La revolución industrial cambió la forma de ganar dinero. Un tractor sustituía a muchos labradores que entonces se fueron a las ciudades donde había trabajo haciendo tractores. Pero las máquinas dedicadas a hacer tractores hacían innecesaria tanta mano de obra. Hasta ayer podíamos ver en las ciudades personal dedicado a mirar los contadores de la luz... hoy se hace automáticamente, pero ya no tienen lugar al que acudir para hacer tractores.

Primero se cambia el modelo y cuando la gente no puede vivir con el nuevo modelo y se enfada es cuando decimos que hay una revolución. Lo cierto es que la primera piedra la tiran aquellos que acusan a los revolucionarios de iniciar la revolución pero es lo que tiene el hambre, que es muy mala consejera.

Los que se aprovechan de la ocasión, como aquellos que se enriquecieron con la sal, las bombas, la madera, las acciones de terra o vendiendo pisos, volverán a ser más ricos todavía y se moverán con sus beneficios donde estén a salvo de la revolución de turno, pero los gobernantes, esos que permiten que se plante ese germen de la revolución, serán los que la sufran.

Todo por no ser capaces de adaptar el modelo, de hacerlo realmente sostenible. A fin de cuentas el objetivo debería ser vivir en un mundo mejor, del que todos pudieran beneficiarse. Las pensiones y los sistemas de protección social deberían ser responsabilidad de los que obtienen los beneficios y no de los trabajadores que les permiten obtenerlos.

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