miércoles, noviembre 26, 2008

Agudeza comercial de un banco

Hoy he tenido opción de sentirme orgulloso de mostrar la amabilidad de mi tierra al tiempo que he sentido vergüenza por las peculiaridades de la misma tierra.

Un holandes que trabaja en mi empresa ha recibido una carta de un banco, "La caixa" y como no sabía español ha intentado que otro guiri se la traduzca sin éxito así que sabedor de mi existencia en el curro ha venido para ver si tenía a bien ayudarle.

Ha tenido suerte... más aún... yo diría que ha tenido mucha suerte porque además de español, soc borratxo (soy borracho), que es como se autodefinen los naturales de Vila-Real... aunque con el tiempo, al perder la ingenuidad de la juventud, ya no tengo tan claro que se trate de ningún piropo.

El caso es que al leer la carta me he dado cuenta de que la misma estaba escrita en Catalán, no he tenido ningún problema en traducirsela, y menos mal, porque en la misma se fijaba una fecha limite para remitir un formulario sin el cual habrían procedido a cobrarle la retención por los intereses que produce su cuenta cuando en su naturaleza de Holandés estaba exento del impuesto.

Y yo me pregunto... si no hubiera estado yo aquí... ¿habría encontrado el modo de traducir esa carta?, no creo... así que solo me cabe felicitar a la Caixa por preocuparse de intentar recaudar más impuestos para la hacienda publica.

Eso sí... lo siento... han fallado... la próxima vez pueden intentar mandar la carta en esperanto que seguramente supere todos los filtros y no haya quien pueda traducirle la carta. En holandés lo entendería demasiado bien, en ingles (idioma en el que con toda probabilidad abrió la cuenta), por supuesto que también... y en español... hay demasiados españoles y estudiantes de español así que esperanto o en su defecto suajili... que tambien debe funcionar bien.

jueves, noviembre 13, 2008

Un facha de 7 años

Por lo general suelo ser el asesino que borra sin piedad las cadenas que recibe en su correo, antaño me dedicaba a intentar verificar lo cierto o incierto de lo que contaban y gracias a ello entré en un foro en el que entre otras cosas se desmentían muchos bulos de los que se encuentran en la red.

Este no se me mandó con el típico formato de cadena que nos convierte en los más desgraciados del mundo si no lo reenviamos a diestro y siniestro, quizás borraron esa parte conocedores de mi afición a eliminar ese tipo de correo.

Sin embargo no he comprobado si efectivamente lo escribió quien dice haberlo escrito, aunque desde luego está dentro de su estilo, tampoco se si la historia que cuenta es cierta pero no necesito que realmente lo sea pues lo que cuenta es algo que se palpa, algo que se nota, algo que se siente. Eso sí, quizás no comparto su final, no porque no lo sea, "...de este país de mierda", sino porque en realidad no existe un país que no lo sea y si todos los miembros del conjunto cumplen la misma cualidad, esta no se menciona por sobreentendida. Es como si a todo objeto tuvieramos que calificarlo como atómico por estar formado por átomos, tendríamos que rectificar lo dicho por "...de este país atómico de mierda atómica" así que seguramente la dedicatoria habría quedado perfectamente delimitada con decir "a todos los ciudadanos de este país", porque lo de mierda, como lo de atómica se sobreentiende.

"UN FACHA DE SIETE AÑOS

por Arturo Pérez-Reverte

EL SEMANAL, 6 de julio de 2008


Me interpela un lector algo –o muy– dolido porque de vez en cuando aludo a España como este país de mierda. El citado lector, que sin duda tiene un sentimiento patriótico susceptible y no mucha agudeza leyendo entre líneas, pero está en su derecho, considera que me paso varios pueblos y una gasolinera. Le extraña, por otra parte, y me lo comunica con acidez, que alguien que, como el arriba firmante, ha escrito algunas novelas con trasfondo histórico, y que además parece complacerse en recuperar episodios olvidados de nuestra Historia en esta misma página, sea tan brutal a la hora de referirse a la tierra y a los individuos que de una u otra forma, le gusten o no, son su patria y sus compatriotas.

La verdad es que podría, perfectamente, escaquearme diciendo que cada cual tiene perfecto derecho a hablar con dureza de aquello que ama, precisamente porque lo ama. Y que cuando abro un libro de Historia y observo ciertos atroces paralelismos con la España de hoy, o con la de siempre, y comprendo mejor lo que fuimos y lo que somos, me duelen las asaduras. Aunque, la verdad, ya ni siquiera duelen. Al menos no como antes, cuando creía que la estupidez, la incultura, la insolidaridad, la ancestral mala baba que nos gastamos aquí, tenían arreglo. La edad y las canas ponen las cosas en su sitio: ahora sé que esto no lo arregla nadie. España es uno de los países más afortunados del mundo, y al mismo tiempo el más estúpido. Aquí vivimos como en ningún otro lugar de Europa, y la prueba es que los guiris saben dónde calentarse los huesos. Lo tenemos todo, pero nos gusta reventarlo. Hablo de ustedes y de mí. Nuestra envilecida y analfabeta clase política, nuestros caciques territoriales, nuestros obispos siniestros, nuestra infame educación, nuestras ministras idiotas del miembro y de la miembra, son reflejo de la sociedad que los elige, los aplaude, los disfruta y los soporta. Y parece mentira. Con la de gente que hemos fusilado aquí a lo largo de nuestra historia, y siempre fue a la gente equivocada. A los infelices pillados en medio. Quizá porque quienes fusilan, da igual en qué bando estén, siempre son los mismos.

Pero me estoy metiendo en jardines complejos, oigan. El que quiera tener su opinión sobre todo eso, acertada o no, pero suya y no de otros, que lea y mire. Y si no, que se conforme con Operación Triunfo, con Corazón Rosa o con Operación Top Model, o como se llamen, y le vayan dando. Cada cual tiene lo que, en fin, etcétera. Ya saben. Por mi parte, como todavía me permiten y pagan este folio y medio de terapia personal cada semana –es higiénico poder morir matando–, me reafirmo un día más en lo de país de mierda. Y lo voy a justificar hoy, miren por donde, con una bonita anésdota anesdótica. Una de tantas.

Verán. Un niño de siete años, sobrino de un amigo mío, observando hace poco que varios de sus amigos llevaban camisetas de manga corta con banderas de varios países, la norteamericana y la de Brasil entre ellas –algo que por lo visto está de moda–, le pidió al tío de regalo una camiseta con la bandera española. «Van a flipar mis amigos, tito», dijo el infeliz del crío. Según cuenta mi amigo, el sobrinete bajó al parque como una flecha, orgulloso de su prenda, con la ilusión que en esas cosas sólo puede poner una criatura. A los diez minutos subió descompuesto, avergonzado, a cambiarse de ropa. El tío fue a verlo a su habitación, y allí estaba el chiquillo, al filo de las lágrimas y con la camiseta arrugada en un rincón. «Me han dicho que si soy facha o qué», fue el comentario.

Siete años, señoras y caballeros. La criatura. Y no en el, País Vasconi en Cataluña, ni en Galicia. En la Manga del Mar Menor, provincia de Murcia. Casualmente, y sólo una semana después de que me contaran esa edificante historia infantil, otro amigo, Carlos, gerente de un importante club náutico de la zona, me confiaba que ya no encarga polos deportivos para sus regatistas con el tradicional filetillo de la bandera española en las mangas y en el cuello. «En las competiciones con clubs de otras autonomías –explicó– están mal vistos.»

Dirán algunos que, tal y como anda el asunto, podríamos mandar a tomar por saco ese viejo trapo y hacer uno distinto. Al fin y al cabo sólo existe desde hace dos siglos y medio. Podríamos encargarle una bandera nueva, más actual, a Mariscal, a Alberto Corazón, a Victorio o a Lucchino. O a todos juntos. Pero es que iba a dar igual. Tendríamos las mismas aunque pusiéramos una de color rosa con un mechero Bic, un arpa y la niña de los Simpson en el centro; y en las carreteras, el borreguito de Norit en vez del toro de Osborne. El problema no es la bandera, ni el toro, sino la puta que nos parió. A todos nosotros. A los ciudadanos de este país de mierda. "

martes, noviembre 11, 2008

Y dieron su vida...

Hoy, con el funeral de estado por los dos soldados que murieron en Afganistán he vuelto a escuchar otra vez una fórmula más bien repetida sobre los militares que matan en algún sitio. "Y dieron su vida por..."

Me pregunto que hubieran opinado ellos si antes de que los mataran les hubieran dicho que tenían que "dar su vida" mientras iban o venían a vete a saber donde. No se, dar implica voluntad de hacerlo y no se trató de un sacrificio que realizaban voluntariamente por ningún otro, el guardaespaldas que cuando disparan a su protegido se abalanza sobre aquel para recibir los disparos sí está dando su vida, los militares que en una acción de guerra se quedan en una posición suicida para permitir que otros puedan salvarse, también. Pero, aunque se trate del vehículo que da protección en la retaguardia de un convoy, si un terrorista hace explotar una bomba y te mata, no has dado tu vida... la has perdido, te la han quitado, te han matado y no pudiste escoger si querías entregar tu vida en esa situación.

Hay quien dirá que era parte de su trabajo... pero el trayecto que hace cualquier español para ir a trabajar también es parte de su trabajo y de hecho los accidentes producidos durante dichos trayectos se consideran como accidentes de trabajo... pero cuando llegado el caso uno muere en ese trayecto... nadie considera que era parte de su trabajo... y desde luego nadie dice que dio su vida por ello.