jueves, diciembre 27, 2007

Fecha de caducidad del matrimonio

En este artículo acabé diciendo: “otro día expondré formas de fracasar en un matrimonio, o de averiguar si se ha fracasado en el mismo sin haberse dado cuenta antes.”

Recientemente he descubierto una nueva forma de fracasar en el matrimonio... casándose. Siempre había escuchado de gente que había vivido en armonía durante un número indeterminado de años, más bien tirando a muchos, y que un día deciden que ya ha llegado el momento en el que normalizar la situación y se casan para adquirir la normalidad... es decir, para poder fracasar en el matrimonio como tantos otros.

Claro que la pregunta que habría que hacerse en estos casos es obvia... ¿y por qué decidieron casarse? Supongo que hay muchas razones por las cuales cometer ese “error” pero a mi se me antoja que la razón es la misma que induce a muchas parejas a tener un hijo para salvar el matrimonio. Después de mucho tiempo de convivencia se llega a la conclusión de que hay algo que falta y se llega a la conclusión de que lo que falta es un trámite burocrático que lo único que conlleva es un gasto económico y generar una serie de papeles que una vez se ha formalizado el contrato les dejan en la misma situación en la que estaban antes de iniciar el procedimiento. Claro que en ese momento se dan cuenta de que no era eso lo que les faltaba...

Hace un tiempo salió a la luz la noticia de una senadora alemana que proponía la fecha de caducidad al matrimonio y la posibilidad de renovarlo... o no, cada siete años. Supongo que el número se debía a algún tipo de estadística y no estaba simplemente exportado de los siete años de buena suerte que preceden a los de mala suerte (o viceversa).

Lo cierto es que el matrimonio, el enamoramiento, la felicidad en pareja tiene fecha de caducidad desde el momento en el que es imposible evaluar todas las opciones que existen para escoger la pieza que mejor encaja. Si solo hemos encajado unas pocas piezas del puzzle de lo que va a ser nuestra vida, es muy fácil que tarde o temprano descubramos que la pieza a la que nos habíamos unido no era la que mejor encajaba. En ese momento podemos optar por varias opciones, dejar de montar el puzzle y pasar absolutamente de todo sería la más dramática pero en realidad es la más común. A fin de cuentas es fácil ponerse a contar las innumerables veces que empezamos algo que no acertamos a acabar: una carrera, un sueño, un viaje, un crucigrama o un puzzle. También se puede seguir montando el puzzle pero a sabiendas de que habrán unas cuantas piezas que no encajan pero la única opción valiente es la de desencajar la pieza que no encaja y buscar la pieza que falta. Igual nos empeñamos en buscar otra pareja que ocupe ese lugar pero es fácil volver a encontrarse con el mismo problema, si no probamos todas las piezas seguimos sin saber cual es la que mejor encaja.

No se si ha prosperado la opción alemana, creo que escandalizó a la iglesia y a los puritanos de turno, claro, para éstos es fácil creer que esa situación a la que se someten es un martirio que les garantiza una vida mejor después de la vida... pero para el resto, para aquellos que lo único que creen de la Biblia es aquella cita que dice que del polvo venimos y en polvo nos convertimos (puestos a interpretar esta es la interpretación que más me gusta) la opción del martirio no parece demasiado convincente así que si el contrato fuera revisable a lo mejor el mercado de piezas de puzzle sería algo más abundante y las posibilidades de encontrar nuestra pieza ideal sería algo más elevada y en cualquier caso creo que veríamos menos parejas infelices.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No había visto esta entrada hasta ahora. Genial, si ya me gustaron los otros post sobre el matrimonio, este se lleva la palma. Y la idea de la senadora alemana me parece magnífica, una pena que la gente se escandalice tanto con este tipo de cosas. De cualquier forma yo creo que hay gente que tiene más predisposición a fracasar en el matrimonio que otros. Depende siempre del carácter de cada uno, de la facilidad para adaptarse a los otros y de un sinfín de pequeños detalles que a uno le pueden hacer de lo más feliz y a otro de lo más desgraciado. Hay gente que se pasa la vida probando fichas para el puzle porque realmente en los puzles hay infinidad de fichas que teniendo la misma forma puede parecer inicialmente que ocupan un lugar determinado dado que encajan y sin embargo, a medida que lo vas montando te das cuenta que la que pusiste no era la que correspondía en ese lugar así que o la cambias o el puzle siempre estará equivocado como mínimo en un par de fichas. Dicho así suena como muy fácil pero lo cierto es que a veces es mejor dejar de hacer el puzle y dedicarse a otros menesteres.

Hala, casi me vas a tener que dejar un espacio en el blog. Los comentarios ya casi ocupan más que tus propias reflexiones.

Anónimo dijo...

Casi que sí... aunque si tenemos presente que debo tener al menos y como mucho tres lectores, no te iba a poder pagar mucho.